En uno de los barrios prehispánicos de la zona, llamado Teopanzolco, estuvo un famoso teocalli dedicado a Huitzilopochtli (Mena y Rangel 1921: 6,7); como los indígenas concurrían con mucha devoción, los frailes decidieron levantar en ese lugar una pequeña ermita totalmente de ladrillo, dedicada a Santa María de los Ángeles, con una humilde casa anexa; la obra se le atribuye a Zumárraga, lo cual de ser cierto la situaría entre 1528-1548. Según parece, los franciscanos se marcharon pronto y el templo pasó a manos del clero secular (Kubler 1990: 562).

En 1576, al llegar 20 franciscanos descalzos de la orden de San Diego, la antigua casa franciscana de Santa María de los Ángeles fue cedida por el cabildo metropolitano a los dieguinos (Cossío 1946: 81) (Museo Histórico de Churubusco 1947: 2). En este siglo, el arte religioso se realizó básicamente por cuenta de la iniciativa privada, empezó entonces una proliferación extraordinaria de obras pías, debido al auge creciente de la economía novohispana y al poder extraordinario que se atribuía a este tipo de empresas para alcanzar la salvación del alma.

Entre 1630 y 1635 se hicieron reparaciones por aproximadamente 1,200 pesos, con los réditos de la capellanía fundada por Miguel Franco Panón, cuyo patrón era Diego de Ochandiano. La reconstrucción fue hecha por los oficiales - de carpintería José Hernández y el de albañilería Francisco Santiago- y ayudantes indígenas, quienes trabajaron con vigas y tablones del pueblo de Itztapaluca, Chalco; además de cal, tenayucas, piedras de rostro y ladrillos. En ese tiempo empalmaron y levantaron las puertas, labraron las vigas para los estrados y la celosía del coro, se enladrilló la capilla y levantaron su reja, se terraplenó la iglesia, se cegaron los huecos y se hicieron las peanas de los colaterales, "capitalizaron" los confesionarios y se hicieron sus bancos, se hizo el revocado de la atarjea y el encasamiento del altar para colocar la imagen de San Diego (Iturbide 1983: 85-86) (Olivas 1978: 11) (Salazar s.f.: 2).

Cristóbal de Olivos y Santa Ana, gobernador de Xochimilco, costeó el retablo del altar mayor decorado con pinturas de Francisco Balverde en 1662 (Cossío 1946: 86) (Cossío Jr. 1947: 59) (Dubernard 1992: 57) (Mena y Rangel 1921: 31).

Entre 1650 y 1660 del Castillo ya era un importante mercader de plata; de sus ganancias otorgó 90,000 pesos para "el gasto y costo de la fábrica de la Iglesia" (Castro y Armida 1982: 9-10) (Rubial 1993: 1-8). Junto con su esposa reconstruyeron el templo por completo en 1677 para ser, posteriormente, bendecido por fray Bartolomé de Escañuela, obispo de Puerto Rico.

El retablo mayor del inmueble fue contratado el 7 de enero de 1676 por el maestro escultor y ensamblador Juan Montero y el maestro pintor Baltasar de Echave Arrioja, y tuvo un costo de 3,300 pesos (Castro y Armida 1982: 10). Los autores que han escrito sobre el tema difieren en la fecha en que fue dedicado el templo, según Mena, Rosell e Iturbe, fue el dos de mayo de 1678 (Iturbide 1983: 87) (Mena y Rangel 1921: 24) (Rosell 1947: IX), mientras que Castro, Rodríguez y Salazar indican que fue en 1677 (Castro y Armida 1982: 9) (Rodríguez 1983: 167-168) (Salazar s.f.:2).

Elena de la Cruz, muerta el 3 de marzo de 1679 y Diego del Castillo, fallecido el 13 de marzo de 1683, fueron enterrados a un lado del presbiterio del templo (de Valle 1939: 350) (Castro y Armida 1982: 10) (Rubial 1993: 8).

El patronazgo perpetuo de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles pasó, por disposición testamentaria desde el día del fallecimiento de Diego del Castillo, a manos del capitán Domingo de la Rea y su esposa Francisca del Castillo, hija adoptiva de Diego del Castillo. Esta pareja favoreció al convento con algunas donaciones hasta sus muertes acaecidas el 4 de enero de 1679 y el 30 de marzo de 1702 respectivamente. Sus cuerpos yacen en este templo (Castro y Armida 1982: 10) (Rubial 1993: 8) (de Valle 1939: 350).

Para 1759 se mandó pintar la iglesia y muchas de sus paredes se decoraron con frescos (Rosell 1947: X), sin embargo, tres años después la iglesia sufrió de una inundación tan severa que hizo que los sacerdotes tuvieran que celebrar misa en las capillas altas ("Expediente 1" 1749-1766: ff. 5-6v.).

En 1776 fueron colocados en el templo de Santa María de los Ángeles un retablo dedicado a Nuestra Señora de la Soledad -donado por doña Gertrudis de Pobedilla- y otro consagrado a Nuestra Señora de Guadalupe, de estilo churrigueresco y fabricados a expensas del indio cacique Francisco Javier Farfán (Álvarez 1987, Volumen IV: 1868) (Castro y Armida 1982: 11, 13-14) (Mena y Rangel 1921: 30,31).

A lo largo del siglo XVIII se llevaron a cabo varias reformas al inmueble, financiadas por el indio cacique de Mixcoac Francisco Farfán y su esposa María Egipcíaca (Cossío Jr. 1947: 59). Para 1797 se hicieron otras modificaciones al edificio, como la linternilla en la bóveda del crucero, y un nuevo retablo mayor con pilastras estípites, pero conservando algunas tallas antiguas y las pinturas de Echave (Castro y Armida 1982: 11) (Dubernard 1997).

También se sabe que otros elementos realizados en este mismo siglo, como son el órgano y el facistol, se perdieron sin dejar algún rastro (Frailes franciscanos 1996).

El templo de Santa María de los Ángeles permaneció abierto al culto hasta el 21 de junio de 1847, fecha en que fue ocupado por fuerzas gubernamentales como consecuencia de las leyes de reforma (Rosell 1947: XIII). La iglesia de Churubusco fue uno de los puntos que se utilizaron para proteger y cubrir la retirada de las tropas del general Santa Anna, durante la invasión estadounidense de 1847 (Roa 1983: 66).

Pasado este tiempo, el padre fray Francisco Orruño y San Miguel hizo un inventario de los daños sufridos por la iglesia que incluían: falta de cerrojos en los dos sagrarios y en la alacena, las bodegas y la puerta de la Sacristía, en el altar mayor y de la Purísima, y en la capilla de San Antonio; daño o falta de vigas en gran parte de la Sacristía, del altar de la Purísima, y junto al cancel de la Iglesia; rotura de un espejo y el vidrio de uno de los "visos"; robo de algunos objetos como "cortinitas", "pabelloncitos", "paños de cáliz", "estolas", "ornamentos", "bolas de corporales", "almaisales", "manteles", "palios", un par de vinajeras con su platito, un cáliz con patena, cucharita y corporales, un Cristo de bronce que servía para las misas, las "potencias" de plata de un Cristo, el adorno de la cabeza de la imagen de Nuestra Señora de Loreto, y el hábito y manto de la imagen de San Francisco.

Posteriormente, de acuerdo con un recibo firmado por fray Antonio Escobar definidor y secretario en la Sala Capitular de San Diego de México, se procedió a reparar estos destrozos por lo que la iglesia volvió a abrirse al culto (Mena y Rangel 1921: 54, 61, 65) (Museo Histórico de Churubusco 1947: 6).

El arquitecto Federico Mariscal efectuó en 1914 una inspección del templo y reportó que se encontraba en muy mal estado, por lo que entre 1934 y 1943 se llevaron a cabo trabajos de restauración (Museo Histórico de Churubusco 1947: 10 y 16) (Castro y Armida 1982: 13); para la facilitación de las obras, en 1935 tuvieron que ser retirados los techos de vigas de madera.

Se tiene registros que para 1936 un salón perteneciente a los anexos del templo era usado como teatro y escuela mientras que, para 1939, la Dirección de Monumentos Coloniales repuso los azulejos con los cuales estaba cubierta la fachada barroca.

Se cuentan con datos que hacen referencia a que, en 1947, el templo albergaba algunas pinturas de los siglos XVII y XVIII de Luis Juárez, Juan Correa, Manuel Echave y Alonso López de Herrera (Rosell 1947: XIV-XV). En agosto de 1959, después de algunas otras obras de restauración, los franciscanos se hicieron cargo de la iglesia, y en 1960 le fue entregada la custodia a la Provincia del Santo Evangelio (exp. "Iglesia de Santa María de los Ángeles") (Museo Histórico de Churubusco 1947: 16).

Los vecinos de San Diego Churubusco festejan la fiesta patronal de Nuestra Señora Santa María de los Ángeles el dos de agosto (Villarruel 1995: 280).

En 1933 el inmueble templo de San Diego fue declarado Monumento Histórico por el Depto. de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos de la SEP, dicha declaratoria incluye al atrio, dos jardines, huerta, el convento propiamente dicho y la iglesia (Bassols 1933: s/f).

El 8 de julio de 1959, la Secretaría de Educación Pública emitió un documento en el que se declara "Monumento Histórico", todos los edificios religiosos de propiedad Nacional construidos entre los siglos XVI y XIX (Torres 1959: f. 6).

Este inmueble es Monumento Histórico de acuerdo a los artículos 35 y 36 fracción I de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos publicada en el Diario Oficial de la Federación, el 6 de mayo de 1972, que establece: "por determinación de esta Ley son monumentos históricos: Los inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y militares y las obras civiles relevantes de carácter privado realizadas de los siglos XVI al XIX inclusive" (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos 1972: 9).

**Rubro con información adicional