La región de Coapa regada por numerosos arroyos, por los manantiales de Culhuacán, Santa Úrsula, Peña Pobre, San Agustín de las Cuevas (López 1972: 15-16) y el agua del lago Chalco-Xochimilco, destacó desde la época prehispánica por su fertilidad. Los manantiales que regaban la región de Coapa se nutrían del canal de Miramontes. Delfina López Sarrelangue menciona también la existencia del manantial de Acuecuexco, pero a Luis Everaert Dubernard éste le parece muy lejano (Dubernard 1997).
La región contaba con cinco haciendas que responden al nombre de Coapa: Santa Bárbara Coapa (Hospital de Jesús s/f), Santa Úrsula Coapa (Dubernard 1992: 103), San José Coapa (López 1975: 227-241) (Tierras: 9), San Antonio Coapa (Romero 1956: 365), o simplemente Coapa o "Cuapa". Se ha llegado a la conclusión de que la hacienda llamada únicamente Coapa, corresponde a la advocación de San José (Tierras: 9).
Los padres dominicos del convento de San Juan Bautista de Coyoacán formaron, en el siglo XVII, la finca de Coapa de los padres predicadores de Coyoacán o Coapa de los dominicos del convento de San Juan Bautista, que incluía algunos edificios y una zanja para conducir el riego. En 1681 el prior de la parroquia de Coyoacán vendió la hacienda en 6 000 pesos -a censo redimible- a el capitán de caballos corazas don Juan Gerónimo López de Peralta y Urrutia (López 1975: 227-228). El capitán Urrutia construyó las casas de cal y canto, y una troje para almacenar trigo, debido a que la anterior de había derrumbado (López 2012: 10)
Tan sólo dos años más tarde, el virrey declaró que el cacicazgo le pertenecía a una persona llamada Hidalgo, por lo que exigió a López de Peralta que desocupara la propiedad. Juan Gerónimo reclamó tal despojo y mandó a uno de sus criados a ocupar la posesión por la fuerza. El convento se ofreció a recibir el predio y devolver el dinero a López de Peralta, pero Hidalgo se opuso. El capitán López de Peralta obtuvo, en ese entonces, el marquesado de "la Villa del Villar del Águila", al que vinculó un mayorazgo en el cual quedó incluida la hacienda de Coapa. A partir de su muerte, en 1694, uno de sus sobrinos solicitó un despacho al juez privativo de aguas y tierras, para legalizar la propiedad.
La hacienda de San José Coapa se separó del mayorazgo en 1771 y pasó a manos del licenciado Pedro Martínez de Vargas, quien no pudo cumplir con los pagos del remate (López 1975: 230-233), por lo que la finca se adjudicó al conde de la Torre Cossío en 1786. A partir de entonces el conde de la Torre Cossío debía de cubrir los gastos de las mejoras que Martínez Vargas había hecho a la hacienda, junto a la finca de Coapa, el conde de la Torre Cossío compró a Pedro Vargas un molino, una finca y unas casas que, aunque eran independientes de la hacienda de "Coapam", entraban en el mismo paquete de bienes (López 1975: 230-233) (Tierras: 1-4, 7), entre las que figuraban el techado y enladrillado de la casa, la hechura de varias paredes, una caballeriza, un granero de más de veinte varas de largo y una cochera (Tierras: 7, 10 y 13v).
La hacienda de Coapa pasó, en 1807, a manos de José María Fagoaga y diez años más tarde a las de Ramón Cosme de Llano, corregidor de Coyoacán; contaba con los siguientes edificios: un zaguán, dos patios, varias habitaciones, alacenas, cocheras, caballerizas, una capilla, una pileta, una era, dos trojes, corrales, una ciénaga y tierras de cultivo (López 1975: 230-236).
Es notoria la escasez de información de la región de Coapa durante los últimos años del virreinato y los primeros del México Independiente, pero a partir de la cuarta década del siglo XIX, la zona recuperó su bonanza y gran producción. En 1841, la hacienda de Coapa pertenecía a don Lorenzo Carrera, súbdito español radicado en México, administrador de las minas de Fresnillo. Para 1853 Carrera compró al ayuntamiento de Xochimilco la Ciénega Grande por 5000 pesos, pero Antonio de María y Campos lo acusó de ser participe en revoluciones y de negarse a pagar sus deudas, lo que provocó el embargo de la hacienda, así como la aprensión y expulsión de don Lorenzo Carrera por órdenes del presidente Antonio López de Santa Anna, aunque inmediatamente se arrepintió, lo que permitió a Carrera regresar a la hacienda para entrevistarse con Santa Anna (López 2012: 15, 19, 21-24). Dos años después, en 1855, Carrera vendió sus propiedades, entre ellas la hacienda de Coapa-San Juan de Dios, a don José Toriello Guerra, otro súbdito español, para abandonar el país en 1856 (López 2012: 25).
Esta propiedad fue aportada por Soledad Vallarino y Ruiz, al contraer matrimonio con José Toriello Guerra en 1875. El inmueble procedía de un legado paterno de doña Soledad y tenía un valor de 24 611 pesos con 38 centavos (Ferris 1875: 12v-15). Poco después, en 1894, la hacienda fue hipotecada por Ramón y Andrés Toriello por 227 405 pesos con 19 centavos. En estas fechas el señor Soto cedió al señor Torres Adalid la escritura de hipoteca sobre esta finca, transfiriéndole todos los derechos para que cobrara su capital y créditos. En 1896 Ramón y Andrés Toriello, vendieron varias tierras de la hacienda de Coapa al señor Benito Arenas; aunque se sabe que hubo pagos hechos a Torres Adalid desde 1894. Los pagos de esta hipoteca siguieron hasta 1905 (Baz 1910: 204).
El 21 de junio de 1898, la señora Concepción Toriello de Fernández compró la hacienda de Coapa a Ramón Toriello y Luz Toriello de Toriello, albacea y heredera de Andrés Toriello en 600 000 pesos, reconociendo el saldo de la mencionada hipoteca, por escritura otorgada en esta ciudad ante el notario don Eduardo Galán. Por su parte, don Ramón Fernández, esposo de Concepción Toriello, impuso a su vez otra hipoteca sobre la hacienda de Coapa a favor de Ramón Toriello y de los hijos de don Andrés Toriello: Ramón Antonio y Luis Toriello y Garza en 100 000 pesos, a un plazo de diez años por escritura otorgada el 9 de mayo de 1899, este gravamen continuaba en 1906 (Baz 1910: 85, 203, 206-209).
En 1903, el señor Ramón Fernández hipotecó la hacienda de Coapa y la casa número dos de la calle Balvanera, pertenecientes a la sociedad legal que existió entre dicho señor Fernández y su finada esposa, para poder obtener un préstamo por dos millones de pesos y crédito no mayor de diez por ciento anual con los Bancos Nacional, de Londres y Central. Un año más tarde Ramón Fernández, por sucesión de su esposa Concepción Toriello de Fernández, solicitó que se substituyesen las hipotecas que pesaban sobre la hacienda de Coapa y una casa en la calle Balvanera, y se constituyera una nueva de setecientos mil pesos sobre la primera y otra de sesenta mil sobre la segunda. Don Ramón Fernández por su persona y en unión con Florencio Sánchez albacea de la señora Concepción, vendieron la hacienda de Coapa a Felicitas Juárez viuda de Sánchez (Baz 1910: 94 y 215) –una de las hijas del presidente Juárez– (Mendieta 1972: 37), representados por los señores Algara y Corona como apoderados generales. Los compradores pagaron por esta finca 1550000 pesos, cancelaron las hipotecas que pendían sobre la hacienda y la señora Juárez se comprometió a pagar una nueva hipoteca de 360144 pesos 28 centavos a favor del vendedor. El precio que pagó la sucesión de doña Felicitas Juárez fue de 1350100 pesos, además de un impuesto de 5000 pesos a la Tesorería General de la Federación. El día 23 de febrero de 1905 falleció la señora Juárez viuda de Sánchez y la propiedad pasó por herencia a manos de la señora Carmen Sánchez de Algara mediante escritura otorgada en 1906. Esta señora celebró un nuevo contrato entre 1905 y 1906, para pasar la hipoteca gravada sobre la hacienda de Coapa a la hacienda de San Vicente, ubicada en el estado de Morelos; en estas operaciones se requirió la autorización de don Florencio Sánchez, albacea de la finada señora Toriello Fernández (Baz 1910: 94, 140-203, 215, 218, 221, 222 y 224).
Con el ánimo de apoyar los programas de vivienda popular, así como el rescate patrimonial, se inició un proyecto de 140 habitaciones de interés social distribuidas en siete edificios en terrenos de la hacienda de Coapa. Dicha obra se hizo a través de FIVIDESU a propuesta de la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre, con un crédito de FOVI y la supervisión de la Coordinación de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia para abaratar los costos de vivienda de las familias de escasos recursos. Se planeó que la arquitectura de estos inmuebles se adecuara al entorno de la zona agrupándolos en tal forma que dejaran visibles las trojes, y agregándoles un remate de azulejos de talavera y un acabado tipo pecho de paloma en los pretiles de las azoteas. El estacionamiento debía ir frente a una barda antigua de piedra, a la cual se le quitará el aplanado restaurando su aspecto original. Aún conserva sus principales elementos que son la capilla, la casa grande, la casa del administrador y las trojes (Cano: 1-5).
Este inmueble es monumento histórico de acuerdo a los artículos 35 y 36 fracción I de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos publicada en el Diario Oficial de la Federación, el 6 de mayo de 1972, que establece: “por determinación de esta Ley son monumentos históricos: Los inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y militares y las obras civiles relevantes de carácter privado realizadas de los siglos XVI al XIX inclusive” (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos 1972: 9)
**Rubro con información adicional