Monumento Histórico

Número de captura: I-0011601188

Nombre: Catedral de Morelia

Tipo y subtipo de ficha: Inmueble Religioso

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Izq arriba. Vista oriente. Izq. abajo. Vista desde la calle Benito Juárez. Dcha arriba y abajo. Vista frontal y lateral sobre Avenida Francisco I. Madero Pte, 1999.
Izq. Vista nave central. Dcha arriba. Detalle de la nave. Dcha abajo. Vista del altar mayor, 1999.
Planta arquitectónica 2022.
Croquis de localización, 2022.


TIPO DE FICHA
Tipo de ficha: Inmueble
Subtipo de ficha: Religioso
LOCALIZACIÓN
Entidad Federativa:
Michoacán de Ocampo
Municipio / Alcaldía:
Morelia
Localidad / Colonia:
Morelia
Tipo de vialidad:
Vialidad - Calle
Nombre de la vialidad:
Francisco I. Madero Poniente
Número exterior:
Sin número
Tipo y Nombre del Asentamiento humano:
Colonia - Centro Histórico
Otra localización:
Se ubica entre la Plaza Melchor Ocampo y la Plaza de Armas.
IDENTIFICACIÓN
Clasificación:
Monumento Histórico

Uso Original

Categoría:
Arquitectura Religiosa
Género:
Edificio de arquitectura religiosa
Tipo Arquitectónico:
Catedral

Nombre

Original y/o Tradicional:
Catedral de Morelia
Actual:
Catedral de Morelia

Uso Actual

Categoría:
Arquitectura Religiosa
Género:
Edificio de arquitectura religiosa
Tipo Arquitectónico:
Catedral

Patrimonio Perdido

¿Es patrimonio perdido?: No
ASPECTOS LEGALES

Régimen de Propiedad:

Otras formas de propiedad - Gobierno federal

Folio Real RPMZAH:

2HMO00000719
Declaratoria de Monumento Histórico: Sí  01/12/1932
Folio y Denominación ZMH:
3HZM00000026 Zona de Monumentos Históricos en la Ciudad de Morelia (19/12/1990)
Listado en Declaratoria de Zona de Monumentos Históricos:
Ubicado en la Zona de Monumentos Históricos:
Sitio Inscrito en la lista de patrimonio Mundial UNESCO: Sí 

Centro Histórico de Morelia: 1991, Criterio ii-iv-vi

REFERENCIAS RELIGIOSO ADMINISTRATIVAS

Advocación Original:

La Transfiguración

Advocación Actual:

La Transfiguración

Fundación:

Fundación 6 de agosto de 1660.

INFORMACIÓN HISTÓRICA
Época de construcción:
XVII
Intervenciones:
XVIII, XIX, XX

Información histórica:

La catedral de Morelia, sede del antiguo obispado de Michoacán, remonta su origen al siglo XVI. Tuvo su primer asiento en Tzintzuntzan, en 1538 y luego se trasladó a Pátzcuaro donde don Vasco de Quiroga ideó un proyecto grandioso, el cual quedó inconcluso al morir el obispo. Diversos factores e intereses intervinieron para trasladar a las autoridades eclesiásticas, de la ciudad de Pátzcuaro a la naciente Valladolid, verificándose este cambio en 1580 “el día de San Pedro” y situándose el obispo y su cabildo en el edificio que “de prestado”, es decir, mientras tanto, se había construido de prisa con adobe, madera y tejamanil. Materiales tan endebles pronto empezaron a causar problemas; hacia 1621 el techo amenazaba venirse abajo, haciéndose necesario apuntalar la estructura. La construcción de la obra definitiva urgía, y ese mismo año se hizo un proyecto a cargo de los arquitectos Alonso Martínez López, obrero mayor de la catedral de México, Alonso del Arco y Alonso Hernández. El proyecto no llegó a realizarse, pero la planta era muy parecida a la actual: de tres naves, con crucero y capillas bajo las torres (Ramírez 1981: 89).
Pasó el tiempo y el estado de la catedral provisional se hacía cada vez más grave. En 1654, el canónigo don Juan de Magaña Pacheco, se quejó al rey, exponiendo las razones que se tenían para que de inmediato se levantara una iglesia digna del Obispado de Michoacán, el tercero de la Nueva España, tan poblado de naturales ―decía― y abundante de materiales para obras y fábricas; con mucha más razón cuando todos los obispados tenían acabados ya los edificios de su templo mayor. La vieja catedral estaba apuntalada, hendidas sus paredes de adobe, desencajadas las maderas y los retablos deshechos, de tal manera que en cualquier momento podía suceder una desgracia de muerte del obispo y prebendados que necesariamente asistían a los oficios divinos, o se disculpaban de comparecer por la misma causa (Ramírez 1981: 89).
Visto lo anterior, el rey expidió una cédula, fechada en Madrid, el 6 de marzo de 1655, en donde ordenaba se edificase la nueva catedral y se reparase la vieja. Asimismo, se ratificaron las disposiciones dadas en las múltiples cédulas expedidas anteriormente relativas al mismo asunto desde mediados del siglo XVI y que por diversos factores no se habían resuelto. Se ordenaba disponer de nueve mil pesos, cada año, por un tiempo de doce, para la construcción, repartidos ―como las demás catedrales― en tercias partes: una a la real hacienda, otra a los encomenderos y la restante a los indios del obispado; el templo se haría de ochenta varas de largo “con su proporción” (Ramírez 1981: 89).
Así, el 2 de marzo de 1660, el duque de Albuquerque, virrey de la Nueva España, mandó se ejecutara la obra según el proyecto de Vicente Barroso de la Escayola, que previamente se había analizado y discutido por personas peritas en arquitectura, como Luis Gómez de Trasmonte, maestro en esos momentos de la catedral de México, y otros, quienes manifestaron que la planta hecha por Barroso de la Escayola estaba “hecha y ajustada a las medidas de buena arquitectura”. Hubo alguna discusión en cuanto a la cúpula; tres de los peritos opinaban que era deficiente por su atrevida altura, dada la actividad sísmica de la región; recordaron el caso de Puebla donde la cúpula estaba toda cuarteada y en peligro de caerse. Barroso de la Escayola argumentó que en Valladolid no eran tan frecuentes los temblores y que además la cúpula se estructuraba con las mayores medidas de seguridad y reforzamiento, haciéndose la pared más gruesa en esa parte (Ramírez 1981: 90).
La obra avanzó con lentitud hasta 1669, año en que se suspendió bruscamente debido a la muerte del tesorero don diego Velázquez de Valencia; el edificio se había levantado escasamente siete varas y un dieciseisavo ―seis metros aproximadamente― sobre el nivel del suelo. Habían transcurrido ya los doce años que el rey había concedido y los indígenas y encomenderos dejaron de pagar sus contribuciones. Las obras pudieron reanudarse en 1672, con otro superintendente, habiendo concedido el rey en 1674 otros tres años más, calculándose que pasado ese tiempo se terminaría. Había comenzado una larga serie de avances y tropiezos, de manera que pasaría aún mucho tiempo para la conclusión definitiva. En un informe que se hizo diecinueve años después de empezados los trabajos, se dice que desde el crucero hasta el altar de los Reyes había subido esta parte, hasta quedar lista para recibir la bóveda. La sacristía, sala de cabildo y oficinas estaban ya cerradas con sus bóvedas de aristas, las ventanas con sus rejas de hierro y las puertas con sus cerraduras. Los caracoles de las torres alcanzaban ya toda su altura y alrededor de la construcción se observaba una actividad febril por parte de canteros y albañiles, advirtiéndose por doquier gran cantidad de cantera labrada y madera para las cimbras. Se dice que no se dejaba de trabajar un solo día; aún los de lluvia se aprovechaban. En 1683, estaba casi terminada media iglesia, desde el crucero hasta el ábside, cubriéndose la nave central con bóveda de lunetos y las procesionales con bóveda de aristas. La suma de dinero gastado ascendía ya a doscientos veinticinco mil pesos y la obra tuvo que paralizarse, esta vez durante diez años. En 1695 se reunieron Pedro de Guedea y Matías de Santiago quienes habían trabajado en la construcción veinticinco y treinta años respectivamente, así como Miguel Jerónimo, vecino de Pátzcuaro. Entre los tres dictaminaron que para su conclusión se necesitarían ciento cuarenta y cinco mil pesos. Por ese tiempo murió Vicente Barroso de la Escayola, sin ver terminada su obra maestra. Para poder continuar, el virrey mandó se publicaran edictos, cédulas y pregones, convocando maestros de arquitectura a fin de elegir al que fuese más conveniente; el cargo recayó en el alarife Juan de Silva (Ramírez 1981:90).
En junio de 1698, el rey aprobó por cinco años, una nueva prórroga de catorce mil pesos cada año. El tiempo que no hubo maestros se había aprovechado para reunir materiales de manera que los trabajos continuaron con gran empeño hasta 1703, en que se agotó la última asignación. El 10 de mayo de 1705, el cabildo eclesiástico acordó hacer la primera dedicación, mostrándose el templo aún sin portadas ni torres. En esta fecha se puso la campana llamada “El Salvador” de 136 quintales, equivalentes a seis mil doscientos sesenta kilogramos de peso, la mayor de Nueva España en esa época. El interior comenzó desde entonces a lucir el mobiliario y a aumentar las riquezas de sus ornamentos que más tarde serían la admiración de todos, como la sillería del coro que constaba de setenta y tres sillas de madera de cedro labrada, el púlpito, el órgano de nogal y cedro con cuatrocientas cuarenta y siete flautas y el piso enmaderado de cedro. Pero una iglesia a medio construir presentaba serios problemas. Los huecos de las portadas se cubrían con maderas sobrepuestas, con peligro de robo; las campanas, no habiendo torre, se habían colocado sobre la bóveda, de tal forma que no se podían tocar, en tanto se rezaba o no se rezaba mientras se tocaban. La correspondencia entre el cabildo de Valladolid y el palacio real se volvió más frecuente, haciéndose peticiones reiteradamente en 1718, 1719, y 1723. El rey especifica en sus respuestas que no concederá ni prorrogará nada hasta no estar bien enterado del importe de todo lo librado para las referidas obras, su justa distribución, el fin de su aplicación y del caudal que hubiese existente o faltase para la perfecta conclusión de ellas. No fue sino hasta 1738, que se prorrogaron por seis años más, catorce mil pesos cada año, distribuidos en la forma siguiente: tres mil la real hacienda, tres mil los indígenas del obispado, tres mil las vacantes de encomienda, tres mil la mesa capitular y dos mil de una canonjía suprimida. Así, se trabajó con gran aplicación y empeño desde 1742 hasta 1744, fecha que aparece en la portada, en que se dio remate a la colosal obra. Ochenta y cuatro años habían transcurrido desde que se iniciaron los trabajos. De Madrid se pidió entonces una planta o dibujo para conocer “aquella obra en la que se había gastado tanto dinero”. Para celebrar su terminación, el cabildo acordó una segunda dedicación solemne y festividades públicas que comenzaron el 9 de mayo de 1745 (Ramírez 1981:91).
Aparentemente era un epílogo feliz. Pero la historia de la catedral continuaría ya que en ella se reflejarán más tarde los procesos económicos e ideológicos de la sociedad michoacana, a veces en favor, pero casi siempre en contra. Por lo pronto continuó la prosperidad. El siglo XVIII marcó una nueva etapa en la minería nacional; Guanajuato, Tlalpujahua, San Luis Potosí y Zacatecas desbordaron ríos de plata, en un auge no alcanzado hasta entonces. De ese torrente se va a surtir la catedral de Michoacán para decorar su interior y adquirir los ornamentos destinados al culto divino. Considerables sumas de pesos ―dice una escritura de 1788― fueron ministrados ese año para la construcción de los altares Mayor y de los Reyes, crujía y reja del coro. El alatar de los reyes se hallaba en el ábside, cubierto en su totalidad con espléndido retablo, copia exacta del de la catedral de México. La plata del templo distribuida en la reja del coro, crujía y candil monumental pendiente de la cúpula ascendía a setenta mil marcos, más de un millón y medio de pesos en aquella época. Del siglo XVIII, también, datan el manifestador y la pila bautismal elaborados en plata y plata dorada (Ramírez 1981:92).
En 1845 se destruyeron los altares barrocos sustituyéndolos por nuevos altares neoclásicos construidos por Zapari. En 1854 se rodeó de un magnífico enverjado de hierro con un costo de cuarenta y dos mil pesos. El atrio anterior, estaba simplemente demarcado por un piso alto de losas, accesible por escalinatas situadas al lado de la plaza principal y el de la capilla de Ánimas
(Ramírez 1981:93).
**Rubro con información adicional

Preexistencia de otras épocas

Existe preexistencia:

Tipo de estructura:

Histórica

Ubicación:

A espaldas de donde se yergue este imponente monumento, a unos metros del ábside, hubo una Catedral primitiva construida en adobe que funcionó de 1580 a 1705 (Ojeda 2017: 27).
FUENTES CONSULTADAS

Orales:

Sin información

Documentales:

Ramírez Romero, Esperanza.
1981 "La Catedral" En "Catálogo de Construcciones Artísticas, Civiles y Religiosas de Morelia", México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo- Fondo para Actividades Sociales y Culturales de Michoacán. pp.89-105.

Ojeda Dávila, Lorena.
2017 "Catedral de Morelia" En "Morelia", H. Ayuntamiento de Morelia, Morelia, Michoacán. Recuperado en https://issuu.com/redlabgestioncultural/docs/libro_morelia_27_enero_2017_baja Consultado el 21 de febrero de 2022, pp. 27.

Tavera Alfaro, Xavier y Ricardo González Garrido.
1992 "La Catedral de Morelia Michoacán", Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Instituto Nacional de Antropología e Historia. p. 7.

Inscripciones:

Inscripción en la torre del poniente fecha / 1742 /

Inscripción en la fachada principal fecha / 1744 /
MONOGRAFÍA

Referencia bibliográfica:

Tavera Alfaro, Xavier y Ricardo González Garrido.
1992 "La Catedral de Morelia Michoacán", Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Links y enlaces electrónicos:

https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/guia:216

**Rubro con información adicional
DESCRIPCIÓN ARQUITECTÓNICA

Descripción arquitectónica:

El templo tiene cinco portadas, tres al norte que constituyen la fachada principal de composición tríptica; al oriente se encuentra la portada de la Virgen de Guadalupe y al poniente la de San José, señalando ambas el crucero, en cuyo centro se desplanta la cúpula. Flanqueando el frontispicio, se alzan los cubos de las torres que se levantan a gran altura, pudiéndose contemplar desde cualquier ángulo del valle. Sobre el muro oriente, junto a la torre, se localiza el Sagrario que no presenta fachada particular; lo único que se manifiesta al exterior es la cúpula. La capilla de Ánimas se apoya sobre el muro oriente, pudiéndose ingresar a ella a través de su propia portada y junto, hacia el sur, se desplanta la sacristía que antiguamente era sala capitular. En el lado poniente, junto a la torre, un volumen rectangular construido en el siglo XIX, forma lo que actualmente es la sala capitular. Al sur, formando ángulo con el muro poniente de la Catedral se localizan las oficinas de la Mitra.
La puerta principal, en la parte central señala una mayor importancia en relación con las otras dos, marcándose al exterior las tres naves y la mayor jerarquía entre la de en medio y las procesionales. El frontis, con respecto a las torres, forma una composición a base de triángulos equiláteros que aluden a la Santísima Trinidad.
La portada central consta de tres cuerpos horizontales divididos entre sí por cornisas y su remate mixtilíneo que cierra en la parte superior el conjunto. En el primer nivel, al centro, se abre el vano de la puerta, mayor que las otras dos, formado por un arco de medio punto sostenido por un par de pilastras tablereadas. Dos pilastras jónicas a cada lado se levantan sobre altos pedestales adornados con guardamalletas; en el fuste se marca el primer tercio de la pilastra tablereada y bajo los capiteles penden guardamalletas. Dos nichos forman las entrecalles de este cuerpo; en el de la izquierda se aloja San Pedro y en el de la derecha San Pablo; sobre ellos, dos medallones de San Juan y San Mateo respectivamente. Cierra el primer cuerpo u moldurado entablamento con pronunciadas salientes y entrantes que sirven de apoyo al ático que inicia el segundo nivel, en cuyo centro se desplaza el relieve que representa la Transfiguración de Cristo y es de estilo barroco.
A eje con las cuatro pilastras inferiores se alzan sobre el ático las pilastras tablereadas con capitel corintio y dos nichos entre las calles, correspondiendo con las inferiores; éstos albergan: a la izquierda a San Miguel arcángel y a la derecha, a San Juan Bautista. Sobre ellos, dos medallones en relieve completan el número de los evangelistas.
Un entablamento descansa sobre los cuatro capiteles y éste se rompe en la parte central, dejando paso a una ventana elíptica.
El tercer cuerpo lo constituyen cuatro pilastras estriadas, a diferencia de los cuerpos inferiores, y señalando el primer tercio; los capiteles son de orden compuesto, entre las pilastras se encuentran sendos nichos alineados con los inferiores y con las esculturas que representan: a la izquierda, a Santa Bárbara y a la derecha a Santa Rosa de Lima. Entre dos pequeños estípites se colocó el escudo nacional republicano, en relieve. Las dos entrecalles y el eje central culminan con independientes imafrontes mixtilíneos con un pináculo en la parte central.
Las portadas contiguas se separan de la central a través de dos robustos contrafuertes que van marcando los cuerpos a través de tableros y rematan en la parte superior con un par de pináculos barrocos. Estas fachadas de las naves procesionales son idénticas entre sí en cuento a su composición y constan de tres cuerpos de inferior altura al central. El primer cuerpo tiene al centro el vano de la puerta compuesto por un arco de medio punto, sostenido por un par de pilastras y dos pilastras tablereadas a cada lado, mismas que se levantan sobre altos pedestales. Los capiteles dóricos soportan un entablamento en cuyo friso se marcan los triglifos y metopas.
En las entrecalles, se localiza una pilastra de proporciones inferiores y liso fuste.
El segundo cuerpo está puesto sobre el ático donde se apoyan los pedestales de seis pilastras, tres de cada lado, que flanquean el relieve central que representa La Adoración de los Pastores, en la izquierda y la Adoración de los Reyes Magos el de la derecha; sobre ellos se levanta una ventana elíptica, misma que rompe el entablamento sobre el cual se apoya el tercer cuerpo.
El tercer nivel se compone de un relieve central que representa el escudo vaticano flanqueado por un par de estípites al centro y dos pilastras de cada lado del capitel corintio. Sobre los capiteles se apoya el gran entablamento, con gran riqueza de molduras, que se ve interrumpido al centro por un pequeño imafronte que tiene en el tímpano un medallón señalando la fecha de terminación de la obra. Cuatro remates haciendo eje con las pilastras cierran la parte superior del conjunto.
Los únicos elementos diferentes en estas portadas son los relieves del segundo nivel y el medallón sobre el escudo, ya que el número del año 1744 aparece a la derecha y la inscripción año de en la izquierda.
Torres
A los lados de la fachada, se alza un par de cubos de sillería de cantera que se encuentran divididos por unas cornisas, siendo la última muy volada para rematar los parámetros totalmente lisos; presenta unos pequeños vanos que permiten pasar luz y aire a las escaleras helicoidales, a las cuales se ingresa a través de unas pequeñas puertas al centro del cubo en la parte inferior.
De la cornisa mayor arranca el basamento de las torres que soporta tres cuerpos y un remate; basamento ornamentado por cuatro guardamalletas por cada cara y al centro, rompiendo la cornisa divisoria, entre los dos pedestales se hayan los círculos de los ocho antiguos relojes con carátula de alabastro, de las cuales aún quedan algunas huellas, y relojes sólo quedan tres en la torre poniente.
Una cornisa divide el basamento de la torre del que corresponde el primer cuerpo de la misma, formado por cuatro pedestales y una pequeña guardamalleta bajo la ventana-balcón central. El primer cuerpo está constituido al centro por una ventana balcón de arco poligonal con un par de pilastras tablereadas y la repisa del balcón volada, sosteniendo una balaustrada de cantera. Dos pilastras a cada lado del arco forman sendas entrecalles donde se colocaron un par de nichos con esculturas y una pequeña ventana-balcón de medio punto con su balaustrada de cantera a eje con los nichos mencionados. El total de esculturitas que albergan los nichos son treinta y dos. En la parte superior, las pilastras se ornamentan con guardamalletas bajo el capitel dórico, mismo que sostiene un entablamento con una volada cornisa que se quiebra al centro, advirtiéndose bajo ella huellas de relieves.
Sobre la cornisa, cuatro pináculos a eje con las pilastras inferiores sirven de remate y ornamentan el espacio que ha quedado al convertirse en octágono el segundo nivel de la torre, acentuándose en esta forma su verticalidad. A cada lado se abre un vano arqueado limitado por un par de pilastras tablereadas, con capitel jónico y sobre el vano un medallón en relieve que representa el escudo vaticano. Tiene un entablamento cuyo elemento más dominante es la cornisa ―muy saliente― sobre la cual se apoya un pináculo por cada pilastra.
Al centro de un basamento octagonal se desplanta el último cuerpo, con pequeños vanos rectangulares por cada una de sus caras, con un marco sencillo y un par de finas pilastras que sostienen un entablamento y de cuya cornisa se desplanta el casquete semiesférico, compuesto por ocho gajos separados entre sí por nervaduras sin revestimiento de azulejo; finalmente una cruz siendo ésta de cantera sobre una esfera en la torre oriente y de hierro forjado apoyada sobre un remate en forma de copón en la torre poniente, siendo este elemento la única diferencia entre ambas torres que son idénticas en composición y altura. Los vacíos mayores del primer cuerpo obedecen al tamaño de las campanas que se localizan en la torre este; están dedicadas como sigue: Virgen de Guadalupe, 1703 (refundida recientemente); El Salvador, 1706 y pesa 136 quintales; en las ventanitas, la de Nuestra Señora de las Nieves, 1809; San Cristóbal; Señor San Juan, 1777; Santa Bárbara, 1807; San Pablo, 1878; San José, 1776; dos más que no se les distingue el nombre, solo las fechas 1746 y 1793; otra que no tiene nombre ni fecha; al centro hay dos; San Pedro y Nuestra Señora de las Nieves, 1772. En el segundo cuerpo de la misma torre se encuentran las esquilas: San Bruno, 1837; Señor de la Sacristía, 1967; Santa Bárbara, 1879; San Juan Nepomuceno, 1878; San Pedro, 1851; Jesús, María y José, 1853; Santa Ana, 1821 (desmontada), y otra a la que no se le ve el nombre, sólo la fecha 1826; al centro está la campana dedicada a la Inmaculada Concepción. En la torre poniente, se encuentran las tres campanas correspondientes al reloj, ostentan las fechas de 1751, 1732 y 1885.

Tiene una planta de tres naves; la central se eleva a mayor altura que las laterales, jerarquizando en esta forma la importancia del espacio; la bóveda de la nave central es de lunetos dividida en ocho tramos; el crucero se señala a través de la cúpula y los brazos que tienen la misma altura que la nave central; las laterales se cierran a través de siete tramos de bóvedas de aristas que rompen su ritmo al llegar al crucero, el cual queda señalado en la parte exterior por dos portadas, una a cada lado del templo. Nueve pilares cruciformes por flanco limitan la nave central, soportando siete arcos formeros y siete fajones, así como los torales de la cúpula, mientras que, en las laterales, ocho arcos formeros soportan los muros este y oeste y siete arcos fajones se apoyan en los pilares centrales y pilastras del muro.
Diez ventanas sobre los muros este y oeste permiten iluminar las naves laterales y las diez ventanas elípticas que se abren sobre los muros este y oeste de la parte superior de la nave central proporcionan una buena iluminación interior.
En el tambor de la cúpula, se abren ocho ventanas con vitrales que impiden el paso directo de la luz, lo que produce menor intensidad lumínica que en el resto.
La orientación que tiene la Catedral, de sur a norte, permite una iluminación variable durante el transcurso del día: por la mañana, desde la salida del sol hasta las once horas, las ventanas ubicadas en el muro oriente captan una luz que se difunde principalmente en la nave central y la nave oeste, quedando en penumbra la nave este. En las horas que transcurren cubriendo el medio día, la catedral tiene una iluminación pobre, pero pareja; en cambio, en la tarde se repite el fenómeno de la mañana, aunque en sentido contrario, creándose con esto determinadas horas del día efectos contrastantes propios del estilo barroco.
El presbiterio se levanta sobre un basamento, con una balaustrada de mármol que lo limita, y bajo éste se localiza la cripta, hoy día mutilada en su dimensión original y a la cual se ingresa a través de una tapa en el piso colocada en la nave de lado este.
Detrás del ciprés que constituye el altar mayor, en el ábside, se localiza la sillería del coro de estilo neoclásico. El coro tiene ingreso directamente de las sacristías del lado poniente y oriente a través de un pasillo que responde a la terminación de las naves laterales, ya que éstas son de dimensiones más reducidas que la central.
Bajo las torres y manifestando alarde técnico, se ubican dos capillas cuyos arcos interiores soportan el peso de aquéllas; la del lado oriente está dedicada a la Virgen de la Soledad y la del poniente a la Sagrada Familia.
La capilla del Sagrario se anexa a la capilla de la Virgen ya mencionada. El Sagrario está techado con bóveda de arista igual que la capilla anexa y en el presbiterio se alza el casquete esférico sobre un tambor hexagonal de seis ventanas elípticas. La cúpula presenta pinturas al fresco y termina con una linternilla.
Junto a la capilla de la Sagrada Familia, pero separada por un muro, se encuentra la de San Sebastián; ambas poseen retablos neoclásicos y están techadas con bóvedas de aristas. Los tres oratorios y el Sagrario se comunican con la Catedral a través de un arco formero y poseen una reja de hierro, para separarse de las naves.
El órgano originalmente se encontraba, como la sillería del coro, en dos tramos de la nave central anteriores a la cúpula. A fines del siglo XIX se trasladó a la parte alta del extremo norte de la misma nave, creándose para ello un piso de madera; las flautas se encuentran protegidas por la gran fachada o pantalla de estilo barroco que luce actualmente la Catedral, como un vestigio elocuente de la riqueza barroca interior que se encontraba en armonía con el conjunto arquitectónico.
El carácter primitivo del templo se perdió durante el siglo XIX, al removerse los diez altares de madera dorada, de estilo churrigueresco, con pinturas y esculturas del siglo XVIII, y al trasladarse la antigua sillería y órgano al sitio donde hoy se encuentran; todo este cambio trajo consigo la reposición de retablos, candiles, sillería en un nuevo estilo que se juzgó de “buen gusto” y una pintura sobre los muros de tipo papel tapiz; el intradós de los arcos formeros y fajones se ornamentó con casetones y flores en cada uno de ellos. En el intradós de la cúpula se acentuó su perspectiva mediante casetones que se van reduciendo a medida que se fuga el espacio a través de la linternilla.
Sobre esta nueva epidermis se colocaron los retablos neoclásicos dentro de los arcos formeros. Los que se encuentran en el muro este, están dedicados a San Juan Bautista, a la Virgen de los Dolores, a San Pedro y a la Virgen de Guadalupe, quien está representada en un lienzo de 1751; al fondo de la nave lateral este, se levanta el retablo del Señor de la Sacristía, venerada imagen fabricada con pasta de caña de maíz regalo del rey Felipe II a la catedral.
Dentro del ciprés que constituye el altar mayor se encuentra el manifestador de plata y plata dorada, de estilo barroco exuberante, en donde se expone el Santísimo Sacramento los días solemnes. Pieza de orfebrería del siglo XVIII, tiene un gran valor estético, simbólico y técnico.
En el muro oeste, los retablos se encuentran dedicados a la Virgen del Rosario, a San José, a la Inmaculada Concepción y a San Miguel Arcángel. En el retablo que se ve al fondo de la nave lateral oeste se venera al Sagrado Corazón de Jesús. Todas son esculturas del siglo XX, excepto el lienzo de San Miguel, que perteneció a un retablo barroco del siglo XVIII.
En la capilla de la Sagrada Familia se encuentran dos urnas de estilo barroco, que guardan los restos de dos santos; asimismo, una pintura de San Andrés Avelino. En la de San Esteban se guardan los sarcófagos de mármol con los restos e insignias grabadas de tres arzobispos: Atenógenes de Silva y Álvarez Tostado, Ignacio Arciga y Ruiz de Chávez y Leopoldo Ruiz. En la capilla de la Virgen de la Soledad encontramos un lienzo de La Piedad, de estilo neoclásico. En el Sagrario, otro con la Virgen y el Niño, éste atribuido a Cabrera.
La sacristía original del templo se localizaba al lado derecho; es un espacio rectangular cubierto con dos tramos de bóveda de arista, separadas por un arco fajón de medio punto apoyado en pilastras. Sus muros y cubierta conservan la decoración en forma de papel tapiz. El mobiliario resulta sencillo y pobre a excepción de una mesa de centro barroca, con cubierta de mármol.
El resto de la utilería consiste en una serie de cómodas del siglo XX. Hay dos lavatorios de estilo neoclásico, uno en el muro este y otro en el oeste.
De la cornisa penden tres tapices de grandes dimensiones que representan a San José, La Inmaculada Concepción y el Sagrado Corazón.
De entre las pinturas que se ven en este recinto, destaca La imposición de la casulla a San Ildefonso, lienzo de gran tamaño, de buen estilo barroco; otras pinturas son: la Anunciación, colocada sobre la anterior; en el muro sur de la sacristía se presenta una trilogía de Cristo Crucificado, Cristo en el Huerto y Cristo cargando la cruz, neoclásicos del siglo XIX.
Después de la Sacristía, hacia el oeste queda un espacio rectangular, con dos tramos de bóveda de lunetos separados por un arco fajón al centro. Sirve de bodega y está amueblada con gavetas y armarios empotrados en el muro, decorados con casetones. Hay aquí una serie de dieciséis cuadros que representan a Jesús, a María, a Santa María Magdalena, a Santa María Salomé, a Santa María Cleofas, a San Matías Apóstol, a San Simón, a Santiago el Menor, a Santo Tomás, a San mateo, a San Bartolomé, a San Felipe, a San Juan, a Santiago el Mayor, a San Andrés, a San Pablo y San Pedro; de San Judas Tadeo se conserva sólo el marco. Todos son cuadros del siglo XIX.
Existe otro cuarto anexo a la sacristía con comunicación al atrio, piso de cantera y cubierta de bóveda de arista. En este lugar se conservan algunas buenas pinturas como: la circuncisión, el encuentro del Niño Jesús con los doctores en el templo; la Virgen de Trapana y María Magdalena, todas del siglo XVIII; las dos primeras pertenecen al estilo de Villalpando.
La antigua sala capitular está convertida hoy en sacristía. Se encuentra al lado izquierdo de la nave lateral este. Es una habitación rectangular cubierta con dos bóvedas de aristas; su piso de madera es el original con rejillas de hierro para la ventilación, y guarda un estado de conservación admirable. El mobiliario es escaso y pobre. Hay varias pinturas, de poco valor, de las cuales merecen mención: el Patrocinio de San José, barroca del siglo XVIII, la Asunción de María, la Virgen del Rosario con Santo Domingo de Guzmán, la Coronación de María, San Pedro, Jesucristo en la Gloria, la Santísima Trinidad y la Inmaculada Concepción.
A la actual sala capitular se entra por la capilla de San Sebastián. Es un salón rectangular, con cubierta de viguería, oculta con cielo. Se ilumina por cuatro ventanas que dan hacia el oeste. Las paredes pintadas tipo papel tapiz y el piso alfombrado. El mobiliario que aquí se encuentra es variado y abundante ya que este recinto funciona como sala del cabildo.
La capilla de Ánimas, de forma rectangular, tiene cubierta de losa plana con un arco escarzano al centro y su piso es de ladrillo. Cerca del altar se encuentra el descenso a la cripta. En el muro oeste, sobre el altar, se halla una pintura de dimensiones murales, que denominamos Alegoría de la Virgen de Guadalupe, las Ánimas del Purgatorio y las órdenes monásticas, de gran valor histórico por mostrar personajes de la sociedad novohispana del siglo XVIII, pues data de 1766.
Las cinco grandes portadas conservan su par de hojas de madera formadas por casetones ensamblados y en la parte inferior, un par de postigos.
**Rubro con información adicional
CARACTERÍSTICAS FORMALES Y MATERIALES

Partido Arquitectónico

Partido arquitectónico:
Basilical

Fachada Principal

Materiales predominantes del acabado:
Cantería
Descripción del acabado:
Desde su origen se proyectó la obra para llevar en su parte exterior sillería, cuya cara perfectamente pulida forma los paramentos de las fachadas, de los muros laterales, de los cubos de las torres, el ábside y la cúpula, manifestándose la calidad del material usado en el buen estado que luce la catedral al exterior y al interior, en donde un aplanado cubre muros y bóvedas.
Las ventanas elípticas perdieron el alabastro que cerraba el vano y en la actualidad tienen vidrieras; lo mismo sucedió con las carátulas de los relojes en las torres.

Estructura Vertical / Muros

Materiales predominantes:
Otro
Especifique:
Cantera 
Ancho:
1.90 metros
Descripción:
Sin información

Estructura Horizontal / Entrepiso

Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Otro
Especifique:
Viguería de madera, terrado 
Forma de entrepiso:
Plana
Altura aproximada:
Sin información
Descripción:
Sin información

Techumbre

Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Mampostería
Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Otro
Especifique:
Piedra 
Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Otro
Especifique:
Cantera 
Forma de techumbre:
Abovedada, cañón con lunetos
Forma de techumbre:
Abovedada, de arista
Forma de techumbre:
Cúpula, media naranja (esférica)
Altura aproximada:
Sin información
Descripción:
La cubierta está organizada en forma simétrica a partir de la cúpula. Esta pasa del desplante de los cuatro arcos torales al ochavo extremo del tambor, por dentro circular, para recibir la media naranja. De la cúpula irradian en descenso simétrico, 10 bóvedas de lunetos: cuatro hacia la cabecera, cuatro hacia la entrada principal y dos al crucero. A cada nave lateral corresponden siete bóvedas de arista que dirigen las perspectivas hacia los retablos de remate y en cuyos ángulos se ubican, en las cabeceras, la sala capitular, la sacristía y cuatro capillas a la entrada que equilibran el conjunto. A las naves y a los siete tramos transversales los separan catorce grandes pilares, apoyos de planta cuadrada, que llevan adosadas pilastras a sus cuatro caras (Tavera y González 1992:7).

Pisos y pavimentos

Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Mármol
Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Madera
Materiales y sistemas constructivos predominantes:
Ladrillo
Descripción:
El piso original de madera del templo se perdió hace tiempo y en 1977 se colocó el piso de mármol que luce hoy día. El piso de la La capilla de Ánimas es de ladrillo.
La antigua sala capitular está convertida hoy en sacristía, su piso de madera es el original con rejillas de hierro para la ventilación.
El gran atrio se encuentra cubierto con baldosas de cantera y una reja de hierro limita al mismo, volviéndose ornamental creando bellas portadas en las ocho puertas que dan acceso al monumento.

Escalera principal

Materiales predominantes:
Sin información
Forma:
Sin información
Descripción:
Sin información

Elementos relevantes del inmueble

Descripción:
El estilo barroco que se manifiesta al exterior lo encontramos en la estructura interna, revestida de estilo neoclásico. Los pilares cruciformes compuestos por cuatro pilastras que nos recuerdan las de las fachadas se unen entre sí, a través de tres ingletes que le dan un carácter de esbeltez y verticalidad, mismo que se manifiesta al exterior. El espacio compartimentado a través de las naves separadas por los robustos pilares acentúa el efecto barroco de luz ya mencionado y el alarde técnico estructural de las capillas bajo las torres constituye otro elemento barroco que se integra estilísticamente con el exterior (Ramírez 1981:103).
FECHA DE ELABORACIÓN / FECHA DE ACTUALIZACIÓN

Fecha de elaboración / actualización de la ficha:

28-02-2022

Fecha de elaboración / actualización de la ficha:

12-05-1990


PLANOTECA DEL AHJE
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En proceso

Con fundamento en los artículos 3o de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y 41 de su Reglamento, deberán aparecer los créditos correspondientes a este Órgano Desconcentrado: SECRETARIA DE CULTURA.- INAH. MEX.

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ARCHIVO HISTÓRICO JORGE ENCISO
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FOTOTECA CONSTANTINO REYES-VALERIO
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Esta ficha contiene la información que se encuentra en la Base de Datos del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles, la cual constituye una herramienta de trabajo que el Instituto Nacional de Antropología e Historia utiliza para la identificación de inmuebles con valor patrimonial, asimismo es un instrumento de soporte técnico, documental y académico, en constante actualización, que permite formular y promover programas para la protección, conservación y difusión del patrimonio histórico edificado. La utilización de este material es únicamente con fines de consulta.

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