La hacienda-molino de Santa Mónica fue la principal abastecedora de trigo y harina de la Ciudad de México; en sus molinos se procesó la harina para el pan y en sus trojes fueron almacenadas grandes cantidades de trigo procedente de diversas regiones de Nueva España. La importancia económica y social que tuvo a partir de los siglos XVII, XVIII y XIX quedó reflejada en su conjunto arquitectónico y extensión territorial.
El casco de la hacienda fue construido en tierras que pertenecieron al pueblo de Teocalhueyacan, población sujeta a Tacuba. Tuvo varios propietarios: Alonso de Estrada y Marina Flores Gutiérrez de la Caballería (1528-1552), los hijos herederos de Alonso de Estrada (1553), Juan Acuña (1553), Alonso Dávalos (1553-1554), Alonso de Bazán y Pedro de la Fuente (1554-1573), El convento de San Agustín (1573-1686), Blas Mejía de Vera (1686-1706), Domingo García de Mendiola (1706-1731), Agustina Baeza y Bueno (1731-1735), Francisca María de la Canal (1735-1744), Pablo Antonio Madrazo y Escalera (1744-1764), José González Calderón y Sánchez de Bustamante (1764-1781), Los herederos de González Calderón (1781-1833), Ángel Bezares (1833-1840), La compañía de Manuel Castro, Juan de la Cajiga y Francisco Fuente Pérez (1840-1844), La Sociedad Muriel Hermanos (1844-1853), Longinos Benito Muriel (1853-1866), María de la Cruz Muriel de Muriel (1866-1871), Ramón, Ignacio y Francisca Benito Muriel (1871-1881), Nicolás de Teresa (1881-1898), Luisa de Teresa y sus hijos José y Pedro Peláez de Teresa (1898-1929), Octavio Avilés Liceaga (1929-1947), Antonio Haghenbeck y de la Lama (1947-1985) [Peralta 2005: 21-43].
En 1521, Hernán Cortés otorgó Teocalhueyacan en encomienda, a Isabel Moctezuma, hija del tlatoani mexica, pero en 1528 al contraer segundas nupcias con Pedro Gallego, Cortés se la quitó para dársela a Alonso de Estrada (Jaimes 1996: 37; López 2000: 8). A la muerte de Estrada, su esposa doña Marina Flores, heredó una estancia para ganado en Tecualco y Huixabolmos y dos sitios de molino en Calacoaya. La incipiente hacienda, que aún no se llamaba Santa Mónica, contaba con una extensión de tierra considerable, tenía instalaciones, tierras de buena calidad y suficiente agua. Sin embargo Hernán Cortés despojó a Estrada de muchos de sus bienes por diferencias políticas, razón por la que doña Marina Flores Gutiérrez de la Caballería,[1] y sus hijos, acudieron a los tribunales reales para solicitar su restitución. Entre las propiedades en disputa estaban las encomiendas de Tepeaca y Tlapa. En otro juicio con Cortés, doña Marina perdió las casas que poseía en la Ciudad de México (en lo que después se conoció como el Portal de las Flores) y también la estancia de ganado cerca de su encomienda de Teocalhueyacan, propiedad que recuperó y agrandó con una merced real, de caballería y media de tierra (Santa Cruz y Jiménez- Cacho 1977: 256), [2] que el virrey de la Nueva España don Antonio de Mendoza le otorgó, en 14 de enero de 1545. La merced fue confirmada el 13 de mayo de 1553, por el virrey don Luis de Velasco ante el escribano Antonio de Turcios. Este acto de posesión de la encomienda de Teocalhueyacan, puede considerarse el primer hecho formal de la evolución y consolidación de lo que tiempo después sería la hacienda de Santa Mónica.
Para 1553, la encomienda de Teocalhueyacan era una estancia de ganado menor con “caballería y media de tierra, con ganado y otros muebles y aperos [3], y un molino junto a la dicha estancia con dos rodeznos molientes y dos sitios para molinos, fincando el remate en don Juan de Acuña” (López 1881: Libro 365) [4]. La mención de la casas y el molino pueden considerarse las primera referencias arquitectónicas de lo que más tarde conformaría el conjunto hacendario de Santa Mónica.
En 1554 Alonso Dávalos vendió la estancia de ganado de Teocalhueyacan, la cual tenía casas, una caballería y media de tierra, 2,500 ovejas; así como 100 cabras, 18 bueyes de arado, 20 novillos, 10 novillos de arar, cuatro pares de tijeras de trasquilar, dos hierros de herrar ovejas, nueve arados de madera, tres trojes para guardar maíz, dos huertas con muchos árboles, 80 puercos; un molino con dos ruedas de piedra nueva, sus aderezos y picaderas [5]. Todo ello se valuó en 2,000 pesos de minas, de los cuales se pagarían al convento de San Agustín 2,000 porque tenía censo sobre dicha propiedad. En cuanto al monto total de la finca, ésta fue valuada por el maestro de arquitectura Cristóbal de Medina Vargas en la cantidad de 251,720 pesos (Deza 1679: Libro 196).
En 1573, Pedro de la Fuente y su esposa vendieron la hacienda de Santa Mónica al convento de San Agustín en 31,512 pesos; la propiedad medía aproximadamente 18 caballerías (Jaimes 1996: 71) [6]. Los agustinos pusieron a la hacienda el nombre de Santa Mónica en honor a la madre de San Agustín, nacida en Tagaste, al norte de África, en el siglo IV. La orden agustina utilizó sus haciendas para obtener beneficios económicos que les permitiera financiar las obras que tenían en la Ciudad de México y como un medio para acumular riqueza. En el caso de la hacienda de Santa Mónica, ésta fue dotada del agua necesaria para el riego de las tierras y el funcionamiento del molino, inversión que poco tiempo después la convirtió en el más importante centro abastecedor de alimentos para su convento de la Ciudad de México.
El inmueble actualmente se encuentra en comodato de la Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama, quien fuera su último propietario.
En una de las inscripciones que se encuentran en la construcción se consigna:"ESTA CASA FUE CONSTRUIDA POR DON JOSE GONZALEZ CALDERON EN 1770".
Investigación histórica:
Mtra. Araceli Peralta Flores
CNMH-INAH
Notas:
1) El hecho de llamarse Marina motivó que en la localidad se extendiera la idea errónea de que la hacienda había pertenecido a la Malinche.
2) La caballería, medida de tierra agraria que tenía 1,104 varas de largo por 552 de ancho que equivale a 42.79 hectáreas.
3) Apero: conjunto de instrumentos para la labranza o de animales destinados a las faenas agrícolas.
4) Probablemente las casas y el molino estuvieron localizados en la parte conocida como “Santa Mónica, la Vieja”, que aparece así registrada en el “Plano de la hacienda y molino de Santa Mónica y rancho de Castro anexo”.
5) La picadera es un instrumento que se utilizó para rayar o picar las piedras de molienda.
6) A mediados del siglo XVII el valor de la hacienda ascendió a 100,000 pesos, con una renta aproximada de 15,000 pesos anuales.